domingo, 10 de septiembre de 2017

Worst God Ever




   

       A menudo me veo invadido por las imágenes de las realidades que dejé inconclusas. Universos dentro de un multiverso.

       Posibilidades brevemente exploradas que no concluyeron su conformación como un algo.

       No fueron, ni serán hasta que el conocimiento de sí sea satisfecho, representado; y con ello, constituido como algo independiente al cúmulo de palabras que las trazó torpemente.

      Signos, significantes, imágenes intrascendentes que permanecen en la oscuridad de su propio microcosmos. Parte del flujo que se perdió en el mar de brea del inconsciente.

       Necesidades que tratan de saciar lo inasequible. Es la necesidad de sentir que existo la que me impulsa a crear.

       El producto no es mas que un reflejo de mí. Seres bañados con mi ausencia. Buscando, como yo, tratar de hacerse con aquello que sus pulsiones claman.

       Ciegos nombrando lo que habita en las tinieblas, sin siquiera saber qué es. Varados perpetuamente en lo insondable. Apenas existiendo hasta que un mínimo de certeza me permita delimitar el universo que los contiene.


       Hasta que mi palabra sustituya la nada en la que se desvanecen.


Por J. Reed