lunes, 27 de noviembre de 2017

Cuentos del Absurdo/ II. Dreams about the future



Mariana espera impaciente a que llegue el camión que la llevará a su trabajo. En sus manos lleva los apuntes del examen final que presentará al día siguiente. Debe aprovechar todo el tiempo libre a su disposición para estudiar o no podrá titularse por promedio, como es su plan. Si bien se siente estresada, escuchar It’s a beautiful day a todo volumen le ayuda a no perder los ánimos.

Lamentablemente ha recibido bastante presión en el trabajo, del cual sale hasta que cae la noche, y se le complica tener el tiempo adecuado para dedicarse a sus estudios y deberes escolares.

No obstante, se encuentra a unos días de terminar la licenciatura y eso la impulsa a esforzarse para recorrer el último tramo faltante. Así, las dificultades se ven menguadas cuando piensa en los preparativos a realizar para su graduación y sus planes para cuando finalice sus estudios.

Pensar en el futuro que le espera hace que todo valga la pena. Sus desvelos, su falta de vida social, los gastos que conlleva su educación, y las esperanzas de su familia puestos en ella… todo se verá recompensado cuando se gradúe y tenga su título para empezar una nueva  etapa en su vida.

Abraza su libreta y mira al cielo con una sonrisa, perdiéndose en el dulce ensueño de un futuro prometedor y las alegrías que éste le brindará.

Privada en sus fantasías, no se percató de la conmoción que se originaba a su alrededor. En cuestión de segundos, los transeúntes y gente que esperaba el camión junto con ella se apartaron rápidamente, corriendo y gritando aterrorizados.

Mariana baja la vista y piensa que en verdad hace un día hermoso, aunque tenga bastante por leer y probablemente termine desvelándose otra noche más.

La alegría y confianza que sentía no se desvaneció al voltear y ver la tolva que la embistió hasta prensarla en el muro detrás de ella.

Más tarde se sabría que los frenos de la tolva quedaron inútiles a causa del poco mantenimiento que se les dio, y de la tonelada de grava que llevaba consigo.

Mariana murió al instante, pero su mente permaneció sumergida en aquel futuro que trazaría para ser feliz.


Por J. Reed

domingo, 5 de noviembre de 2017

Cuentos del Absurdo/ I. For the sake of…



El silencio en la sala de espera le carcome los nervios a Joaquín. Hace un par de horas su esposa fue llevada de urgencia al quirófano. Sería necesario practicarle una cesárea de emergencia. Desde entonces nadie ha sido capaz de decirle qué está sucediendo y si su esposa e hijo se encuentran bien. Por su mente transitan todo tipo de pensamientos fúnebres, imágenes con promesas de muerte y dolor.

Durante el transcurso del embarazo habían sido informados de los riesgos que podría traer tanto para Julia como para el bebé. Sin embargo, el feliz matrimonio no permitió que el fatalismo dictara sus decisiones y continuaron en el embarazo pese a los peligros que pudiera acarrear.

Las puertas de la sala se abren y pareciera que transcurre un siglo hasta que la enfermera dice su nombre. Joaquín se pone en pie rápidamente, tratando de guardar la compostura y detener los temblores generalizados en todo su cuerpo, en su voz atropellada.

Joaquín no alcanza a comprender cabalmente lo que dice la enfermera. Sólo percibe unos cuantos fragmentos entre la estática que escucha en su interior. “Complicaciones… riesgo de muerte… decisión…” Su universo colapsa y el pánico se atenaza en sus músculos.

La enfermera conduce a Joaquín al quirófano a través de un largo pasillo. La gente fuera de las habitaciones lo mira con expresiones muertas, rendidas. En sus ojos se ve reflejado y no encuentra en ellos respuesta alguna a su angustia.

Todo parece irreal hasta que ve a Julia y se apresura a su lado. La mira exhausta y asustada. La toma por la mano y ella llora. Dice que no quiere perder a su hijo, antes prefiere morir ella.

Joaquín no entiende nada. ¿Por qué habría de morir alguien? Él intenta tranquilizarla forzándose a sí mismo a creer la mentira para enmascarar la incertidumbre. Un doctor se aproxima a ellos y se explica la situación a Joaquín, recomendándole que lo más importante sería salvar la vida de su esposa.

Al escuchar eso, Julia se aferra con más fuerza a la mano de Joaquín y le suplica que salven a su hijo. Que si alguien debía vivir era él. Su vida no podía terminar cuando aún no había comenzado.

La pareja sollozaba y Julia le hizo jurar a Joaquín que protegería a su hijo y que lo amaría por los dos cuando ella no estuviera. Joaquín asentía a todo lo que Julia decía. Su corazón se desgarraba al pensar que esa sería la última ocasión que la vería.

Una enfermera hizo salir a Joaquín del quirófano y lo acompañó a la sala de espera. Sin mayor indicación, lo abandonó en el desquicio de su sufrimiento. A la espera de que la catástrofe que se avecinaba.

El velorio de Julia se llevó a cabo al día siguiente del nacimiento de Fernando, su hijo. Joaquín no había podido dormir desde entonces. Cada vez que cerraba los ojos, lo único que podía ver era la mirada suplicante de Julia pidiéndole que salvaran a su hijo en lugar de ella.

Fernando, como Julia quería llamarlo, nació con problemas respiratorios. El especialista recomendó mantenerlo bajo observación en el hospital en caso de que se presentaran complicaciones. Su estado de salud podría empeorar en cualquier momento, pero con los cuidados necesarios podrían darlo de alta en poco tiempo. Era cuestión de esperar lo mejor, le dijo el especialista.

Tres semanas más tarde, Joaquín se marchó del hospital en compañía de su hijo. El velorio de Fernando se realizó en la misma casa funeraria donde velaron a Julia. Sus cenizas descansarían a un lado de las de su madre. 


Por J. Reed